Jeannine Cantó Rivera es miembro de la Policía Local de Xàbia del departamento de educación y seguridad vial. Desde hace 15 años, se dedica a impartir cursos en los institutos y en los colegios, como también ayuda a los más mayores y a los padres y madres en cuestión de seguridad vial. Es una de las promotoras de Pas a Pas y está inmersa en el proyecto desde el primer día.
¿Qué te parece el proyecto?
Se trata de una magnífica idea que promoví desde la Policía Local y que ahora ha adquirido una solidez y un itinerario muy interesante.
¿Qué opinas sobre la promoción que estamos haciendo para que los niños vayan andando al colegio?
Me parece fantástica, además hay muy buena implicación por parte de ellos, además de los padres que son los que apoyan y refuerzan esa conducta. También los colegios han empezado a hablar ya en términos de movilidad sostenible y pienso que están obteniendo muy buenos resultados. En general la iniciativa tiene muy buena acogida.
Vivimos en una localidad donde es relativamente sencillo trasladarse de un lado a otro caminando. Los padres y madres de Xàbia deberían concienciarse un poco más y dejar el coche para trayectos que sean necesarios. Además debemos conseguir, que el entorno de los colegios sea más seguro y eso pasa por reducir la cantidad de coches y concienciar a los padres y madres, que son la clave de todo esto. Los niños y niñas están más concienciados que los adultos.
¿Cómo ibas al colegio cuando eras pequeña?
Yo me crié en Novelda, una localidad de 35.000 habitantes. Cuando tenía 12 años, me cambiaron a un colegio que estaba en el otro extremo del pueblo y para ir, tenía que caminar 4 o 5 kilómetros. A veces también utilizaba la bicicleta. Era superdivertido. Era como el principio de los caminos escolares. Yo salía sola de casa, iba recogiendo a otros niños y a la llegada del cole, nos habíamos convertido en una buena pandilla de 8 o nueve niños.
¿Por qué crees que esa costumbre se ha perdido?
Antes, todos los niños íbamos andando al cole, pero es cierto que ahora hay muchos más vehículos y eso, genera una sensación de inseguridad mucho más grande. Nuestros padres no tenían tanto temor a dejarnos salir solos a la calle, porque conocíamos a todas las personas. Ahora vivimos más aislados y los niños no se relacionan tanto con el entorno. Creo que hay que volver un poco a ese tipo de educación, donde los niños y niñas juegan en la calle y cuando tienen cierta edad, pueden ir caminando ellos solos o con amigos. No hace falta que les acompañemos a todas partes. Ahora veo niños de sexto de primaria que todavía van acompañados por sus padres, lo que provoca que estemos limitando su autonomía. Hemos creado una burbuja de sobreprotección que no es buena. También tengo dos hijos y por eso he intentado darles un poco de libertad. Sin duda, sufres más, pero pienso que es mucho más beneficioso para ellos.